Por Iris Torres
Quizás quien decidió la metáfora de la permanencia en su nombre, selló sin saberlo su destino. Porque claro estaba, desde su nacimiento mismo, que aquel niño sería artista. El cómo era lo que estaba por verse.
Ever Rivero es una de esas personas que nunca ha perdido el foco. Por mucho que la vida y sus mareas puedan desviarnos temporalmente del camino a la meta, solo quienes se atreven a remar contracorriente alcanzan más temprano que tarde el triunfo. Y él su objetivo lo ha tenido siempre claro.
Egresó de la Academia Profesional de Artes Plásticas de la provincia de Las Tunas, en Cuba. Cual joven y talentoso artista visual recién graduado, se concentró en crear y soñar. “En ese momento ni remotamente pensaba en dedicarme al tatuaje, a muchos de mis colegas y amigos de la escuela les interesaba, pero a mí no. En ese punto yo solo quería pintar, exponer y vender”, me cuenta.
Aquella pasión por la plástica continuó impulsándolo en los años siguientes. Tanto así, que al salir de Cuba retomó sus estudios en el campo. Ingresó en la Academia de Arte de Carolina del Norte y allí, finalmente, cumplió el anhelo de exhibir su obra en galerías.
Pero no todo fue idílico. Como la gran mayoría de los inmigrantes, Ever tuvo que dedicarse a labores que poco o nada tenían que ver con su profesión. Fue, de hecho, cinco años después de llegar a los Estados Unidos, mientras trabajaba en la construcción, cuando, gracias a un amigo barbero que le regaló sus primeras máquinas, se acercó con seriedad al universo de los tattoos.
“Desde el contacto inicial sentí que ese era el camino. Que sería esa la vía mediante la cual iba a canalizar mis inquietudes creativas. Por eso fundé 4Ever Tattoo Ink Studio: por la necesidad de alinear mis intereses económicos con mis intereses artísticos, por el deseo de construir y hacer crecer un proyecto que me permitiera sostenerme mientras ejercía mi pasión”, afirma.
Emprender nunca es sencillo, pero hacerlo en tierra ajena lo complejiza el doble. Y para Ever las cosas no fueron diferentes. Pero su ímpetu arrollador lo salvó. El éxito del que actualmente goza el estudio es resultado de mucha determinación y exigencia. Las reglas del juego son simples: espíritu de equipo, profesionalidad, evolución constante y compromiso con el arte.
“Creo que lo primero que nos diferencia del resto de los estudios de tatuaje en North Carolina es que nuestro equipo está integrado, casi en su totalidad, por expertos que fuimos formados como artistas de la plástica, que estudiamos arte en academias profesionales.
“Tenemos, por tanto, una base muy sólida de pintura y dibujo. Eso nos permite gozar de una visión mucho más amplia y asumir el tatuaje desde una perspectiva diferente. Nos enfocamos en no hacer una simple marca en la piel, sino en tomar la idea del cliente y convertirla en arte, en una pieza única y exclusiva, en una verdadera muestra de body art”, asegura Ever.
Y añade: “Es que precisamente a todos los que aspiran a ser parte del team del estudio, les exijo como requisito número uno que posean conocimientos de dibujo, aunque sean mínimos, y que tengan alguna afinidad por el arte y estén dispuestos a desarrollar esa sensibilidad. Porque 4Ever más que un negocio, es un hogar para las mentes inquietas y creativas. Aquí yo no quiero comerciantes: yo quiero artistas”.
Una lo escucha hablar con esa convicción y no puede hacer más que admirarlo. El carácter que le descubro me ayuda a suponer las directrices de su gestión. Porque no es simple el negocio que maneja. Desde la distancia, soy capaz de imaginar las complejidades con las cuales ha de lidiarse a diario en un estudio de tatuajes, sobre todo en uno con una reputación tan bien ganada. Y precisamente mantener esa reputación, estoy segura, es el mayor de los retos. Pero la realidad ha de superar mis conjeturas. Por eso me atrevo y le pregunto, y él me confirma.
“No es fácil lo que hago, lo que hacemos. Llegar al punto en el que estamos hoy ha costado. La industria del tatuaje ha despegado en gran manera durante los últimos años, se ha modernizado… eso exige que estemos todo el tiempo preparándonos, aprendiendo. Tenemos que andar siempre detrás de las últimas tendencias y experimentando la mejor manera de incorporarlas a nuestro estilo, sin perder nunca el sello que nos distingue.
“En Estados Unidos confluyen demasiadas culturas, nacionalidades y modos de ver la vida, y eso es otro desafío. Porque tenemos que ser capaces de comprender la esencia de cada persona que nos confía sus ideas, y llevar a su cuerpo un diseño que le encante. Mi premisa en el estudio no es llenar las expectativas del cliente, sino sobrecumplirlas.
“Aconsejar a quienes se ponen en nuestras manos es otra responsabilidad, porque muchas veces no tienen claro lo que buscan, y es ahí cuando nos toca guiarlos. Hay quien está decidido a tatuarse, pero no sabe qué escoger. Y proponerles el diseño preciso depende de muchos factores: el color de la piel, si es seca o grasa, el tamaño de la pieza a plasmar, la zona del cuerpo donde desea lucirla… la propuesta perfecta solo la puede hacer un artista competente, que tenga dominio absoluto de cada uno de esos aspectos.
“Por fortuna, en materia tecnológica en nuestro estudio lo tenemos todo, me aseguro de que contemos siempre con las condiciones óptimas para que nuestros clientes vivan allí una experiencia de lujo en todos los sentidos. Yo no acepto menos. Todo el que salga de 4Ever Tattoo Ink Studio con nuestro arte en su piel, tiene que sentir que valió la pena”.
Y a todo lo anterior, agrega: “La verdadera prueba de fuego, quizás el dolor de cabeza mayor, es lograr el equilibrio entre la parte comercial y la parte artística que tiene lo que hacemos. El estudio debe ser rentable, eso es verdad: este es el sustento de los nuestros. Pero no puedo perder nunca de vista el motivo primero por el cual creé el proyecto. Somos y seremos, ante todo, una academia, una escuela, un laboratorio, un templo: 4Ever Tattoo Ink Studio es un lugar para crear”.
Su filosofía es irrevocable y en ello le va la vida. El arte como leitmotiv en cada una de sus respuestas lo legitima como un hombre auténtico, de principios mas no de finales y nunca mejor dicho, porque el nombre de su emprendimiento es la prueba. En la última de sus respuestas me lo reafirma:
“4Ever significa para siempre y a mi estudio, que es mi segundo hijo, decidí llamarlo así porque quiero que toda la obra que se haga en él trascienda, y tengo la seguridad de que sucederá. En esta vida lo dejamos todo, pero la tinta se va con nosotros a la tumba. El arte permanece y los tatuajes, una de sus más hermosas manifestaciones, nos hacen compañía en nuestro viaje hacia el más allá”.